Navegadores

Los navegadores
Para la mayoría de usuarios, la cara visible de la informática es Internet. Desde todo tipo de dispositivos (ordenadores, tabletas y smartphones) accedemos a la red en busca de información, entretenimiento y otros servicios.

Para ello, la herramienta fundamental es el navegador. Resultan tan intuitivos y fáciles de usar que muchas veces ni nos damos cuenta de su existencia. Existen varios a nuestra disposición, todos muy conocidos: Chrome, Internet Explorer, Safari, Firefox, etc.

Además, muchos de ellos incorporan un buscador, lo que nos facilita la tarea de localizar aquello que necesitamos.

Poco a poco han ido ganando funcionalidades que nos hacen la vida en Internet más fácil: guardan un historial de los lugares que visitamos, autocompletan las palabras o frases que escribimos e, incluso, recuerdan las contraseñas de acceso a los servicios.

Estas prestaciones son muy útiles, pero debemos tener en cuenta que los navegadores son empleados también por individuos malintencionados para acceder a nuestros dispositivos. Por ello, hemos de conocer sus riesgos y adoptar precauciones para poder disfrutar de las ventajas de la tecnología de forma segura.


Privacidad
Los navegadores incorporan muchas funciones para hacernos la vida más fácil. Sin embargo, en ocasiones esto puede suponer un verdadero riesgo para nuestra privacidad:

El historial de navegación es el registro completo de toda nuestra actividad en Internet. Cualquier persona que tenga acceso a nuestro navegador podrá ver qué hemos estado haciendo y cuándo.
Normalmente visitamos las mismas páginas web y buscamos cosas parecidas. Por ello cuando tecleamos una búsqueda el navegador nos ofrece una selección de búsquedas basadas en otras anteriores. Esto nos ahorra el trabajo de escribir, por ejemplo, las direcciones completas.

Sin embargo, cualquier persona que emplee nuestro navegador verá esas mismas sugerencias cuando comience a escribir, lo que le dará pistas acerca de nuestro comportamiento y preferencias.

Es habitual que cada vez más servicios de Internet requieran que utilicemos un nombre de usuario y contraseña para acceder. Que el navegador los recuerde implica que cualquier persona con acceso a nuestro navegador puede suplantar nuestra personalidad en todos esos sitios.
Si cuando entramos en las redes sociales (Google+, Facebook, Twitter, etc.) seleccionamos la opción de ‘mantener la sesión abierta’, no bastará con cerrar la página para cerrar la sesión. Cualquiera que entre a estas redes con nuestro navegador tendrá acceso a nuestro perfil.
Normalmente, las funciones que nos hacen la navegación más fácil tienen un lado oscuro: la pérdida de privacidad.



Para limitar los riesgos de privacidad, podemos utilizar las pestañas de navegación privada que existen en los principales navegadores. Éstas reducen la información que el navegador almacena de nosotros, como el historial, cookies, o archivos temporales, lo que resulta muy útil cuando navegamos desde ordenadores públicos (aquí puedes consultar cómo hacer esto con Chrome, Internet Explorer y Firefox).



Los complementos y plugins
Los complementos o extensiones son elementos que se instalan en nuestros navegadores para hacerlos más eficientes, encargándose de funciones específicas: barras de búsqueda, integración con otros servicios, bloqueo de pop-ups, etc.

Sin embargo, algunos de estos complementos pueden estar destinados a fines malintencionados: recopilar información acerca de nuestros hábitos o insertar anuncios. Generalmente, esto se hace de forma encubierta al instalar aplicaciones gratuitas, por lo que es importante revisar las opciones de instalación.

También hay que tener cuidado con algunas aplicaciones asociadas a los navegadores (o plugins) que tenemos instaladas sin ser conscientes de ello: Java, Flash, reproductores de vídeo, etc. Muchas de éstas son utilizadas como vía de acceso para infectar nuestro ordenador debido a sus fallos de seguridad.

Captura de pantalla que muestra las extensiones instaladas en el navegador



Las cookies
Las cookies son pequeños ficheros que los navegadores almacenan en el ordenador con datos del usuario sobre las páginas web visitadas.

Esta información puede contener las opciones de idioma o visualización elegidas, el contenido que ha sido consultado, el identificador de sesión de un usuario o las credenciales de acceso. Su utilidad es facilitar la navegación aunque, una vez guardada, la información puede servir para otros propósitos.

Hoy en día no tenemos, para el usuario medio, muchas alternativas aparte de aceptar el uso de cookies. Si las desactivamos, es posible que algunos servicios no funcionen correctamente. No obstante, puedes borrar periódicamente las cookies instaladas en tu equipo (consulta cómo hacer esto con Chrome, Internet Explorer y Firefox).


Actualizaciones
Los navegadores también están expuestos a fallos de seguridad que pueden suponer una puerta de acceso para que individuos maliciosos accedan a nuestra información o tomen el control de nuestros dispositivos.

Por tanto, hemos de mantenerlos al día, preferiblemente a través de la opción de actualizaciones automáticas. Esta funcionalidad viene incorporada por los principales navegadores.

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